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lunes, 30 de septiembre de 2013

Eres sexualmente Inteligente, realiza este test y descubrelo

10:14
¿Conoces bien tus deseos y la forma de satisfacerlos?
a A-     La verdad es que aún tienes muchas dudas respecto a lo que te gusta
B B-    Si, conoces tus deseos, pero a menudo piensas que necesitas algo más.
   C-    Si, tu vida sexual hoy por hoy te satisface y eso es importante para ti.
¿Te cuesta distinguir tus sentimientos de amor y de atracción?
A-     Para ti son sólo sentimiento; no existe el deseo sexual sin amor.
B-     Los diferencias perfectamente. Tú puedes tener sexo sin nada más.
C-     Los consideras complementarios, aunque no te cuesta distinguirlos.

Hasta qué punto eres tolerante con otras alternativas sexuales?
A-     Las respetas, pero no comprendes ni apruebas tanta libertad sexual.
B-     Totalmente, para ti ninguna conducta sexual es reprobable ni discutible.
C-     Las aceptas sin ningún reparo, siempre que sean igualmente respetuosas.

¿Utilizas tu atractivo sexual para lograr algún resultado práctico?
A-     A veces sí, para convencer a tu pareja; sabes que ese es su punto débil.
B-     De vez en cuando, sí. Si hay hombres tontos ¿por qué no aprovecharlo?
C-     No conscientemente. Si lo hicieras, sería como traicionarte a ti misma.

Durante las relaciones sexuales… ¿Qué piensas con más frecuencia?
A-     ¿Quién sabe? Se te va la cabeza con cualquier problema que te preocupe.
B-     Casi siempre te preguntas si le gustará a tu pareja el modo en que lo haces.
C-     Muchas veces tienes fantasías que te ayudan a disfrutar más el momento.

¿Estás satisfecha con la frecuencia de tus relaciones sexuales?
A-     Quizá te resulta algo excesiva; tu pareja te las pide muy a menudo.
B-     No del todo, a veces te obsesiona el deseo de tener más actividad.
C-     Generalmente sí, no ha sido nunca un problema entre tú y tu pareja.

¿Te cuesta mucho ser tú quien dé el primer paso en las relaciones?
A-     Nunca lo haces, prefieres esperar a que él sea quien tome la iniciativa.
B-     No, pero tampoco lo das abiertamente; te basta con algunas insinuaciones.
C-     En absoluto, a veces eres tú y otras él; así es más divertido para los dos.

¿Sueles sentirte obligada a experimentar los juegos que te pide tu pareja?
A-     Si, casi siempre me veo obligada a experimentarlos.
B-     Algunas veces sí, pero siempre lo has ocultado para no dar una imagen de mojigata.
C-     No, tanto tú como él están dispuestos a aceptar un no, sin presionarse.

¿Crees que tu pareja sabe perfectamente lo que te gusta?
A-     No. A ti te avergüenza bastante hablar o demostrar algo tan íntimo.
B-     Perfectamente no. Estás convencida de que en el sexo a veces conviene fingir.
C-     Si, en este tema los dos hablan con bastante claridad y se entienden muy bien.

¿Y tú, crees que sabes darle a él lo que le gusta?
A-     Quizá no, pero para ti el sexo no es una prioridad ni deseas que llegue a serlo.
B-     Desde luego, por ti no quedará, porque siempre has estado dispuesta a conseguirlo.
C-     Casi siempre sí, aunque nunca lo harías a costa de sentirte incómoda.


Resultado. Suma tus respuestas.
Mayoría A:
Tu situación es muy comprometida, hay demasiados tabúes.
Esas limitaciones te impiden avanzar en un terreno tan abrupto para ti como es el sexo; miedo a lo descocido, falta de confianza para hablar con tu pareja y un sentimiento negativo hacia la idea del placer. Si vencieras algunos de ellos, aun cuando no tengas porque cambiar de convicciones, probablemente serías más tolerante contigo misma. Lo verdaderamente importante sería una mayor compenetración en la pareja. Para citas con terapeuta sexual y de pareja del Centro Vida y familia Ana Simó: 809-566-0948.

Mayoría B y C:
Puedes estar orgullosa de tu “inteligencia” sexual.
Te conoces perfectamente y has aprendido las reglas más importantes del juego; con ellas puedes lograr satisfacción para ti, complacer a tu pareja y mejorar la relación entre ambos, incluso en aspectos que no parecen tener mucho que ver con el sexo. Además, hay otro aspecto, tanto o más importante, que es saber lo que no quieres. Nunca dejes de expresarlo, porque el peor error que se puede cometer es no decirlo.

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